Y esa es la pregunta que nos hacemos. ¿A quien beneficia la inmigración descontrolada? Hace tiempo que me daba vueltas por la cabeza el hecho que algo defendido tan acérrimamente por la izquierda como la inmigración (hasta el extremo de defender incluso la inmigración ilegal), apoyándose en todo el bagaje progresista de los derechos humanos, termina beneficiando en ultima instancia a sus supuestos enemigos mortales, las clases capitalistas. Y no es tan difícil dilucidarlo, ya que a mayor mano de obra disponible (mayor oferta de trabajo) más va a tender el salario de los trabajadores a la baja.
Muchas veces habrá escuchado decir a algún “derechohumanista” que “los inmigrantes vienen a hacer el trabajo que el argentino no quiere hacer”, yo le agregaría algo mas “el inmigrante viene a hacer el trabajo que el argentino no quiere hacer por el salario mísero que lo hace el inmigrante” y ahí esta la verdad de la cuestión, la izquierda falsamente libertaria fomenta, como de costumbre, algo que en ultima instancia termina favoreciendo a la explotación capitalista, y sobre todo a las multinacionales.
Todo esto mencionado anteriormente me volvió a la cabeza al descubrir que no era el único que lo pensó, al leer la nota aparecida en http://elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=3476 que si bien se refiere a España bien podría ser aplicable a otros países. A continuación se los dejo para que lo lean.
Juan Martín Ledesma
Agrupación Nacionalista Jacinto Lacebrón Guzmán.
Porque la inmigración permite pagar salarios cada vez inferiores. Eso es lo que dice un informe del muy serio y muy oficial Consejo de Análisis Económico de Francia, titulado “Inmigración, competencias y mercado de trabajo”. Los blogueros del “Verdadero debate” lo han desentrañado y el resultado ha sido muy clarificador.
Recordemos al Presidente Pompidou confesando poco antes de su muerte que había abierto las compuertas de la inmigración en Francia a petición de los grandes empresarios, deseosos de poder beneficiarse de una mano de obra numerosa, dócil y barata, una reserva casi inagotable capaz de reducir los ardores reivindicativos de los trabajadores franceses tan a menudo organizados.
Cuarenta años más tarde, nada parece haber cambiado. Al contrario, las llamadas a la inmigración siempre vienen del mismo sitio, y siempre por las mismas razones. Con una única diferencia: los sectores económicos concernidos son muchos más, sobrepasando el ámbito de la construcción o de la restauración para afectar a profesiones anteriormente reservadas a los autóctonos como las de ingenieros o informáticos.
Así, los informes de la Comisión europea, del Medef o del Business Europe no han dejado, desde hace varias décadas, de reclamar siempre más inmigración. En 2008, el célebre informe Attali, dirigido por Nicolas Sarkozy, contenía más de trescientas medidas de inspiración ultra liberal, entre las cuales un aumento acelerado de la inmigración. Por otra parte ese es el camino que sigue el presidente de la República desde su elección, a través de lo que él llama “la inmigración escogida”.
La inmigración deseada por la gran patronal para presionar a la baja los salarios, es, en resumen, lo que cuenta. Por primera vez, un informe “oficial”, que hemos analizado, confirma nuestra intuición.
Data de 2009 y surge del Consejo de Análisis Económico (CAE). El CAE es un órgano que depende del Primer ministro, poco sospechoso de ser subversivo en la medida en que acoge la flor y nata de los economistas franceses “oficiales”, aquellos que las televisiones y los diarios dejan aparecer.
Y vamos a constatarlo porque la prueba es inapelable:
En un principio, en economía, la noción de “escasez” de mano de obra en un sector de actividad determinado no tiene sentido en época de paro. Sin embargo, y sistemáticamente, es este factor el que se utiliza para justificar el recurso a la inmigración: nuestra estructura tiene dificultades en reclutar decenas de miles de trabajadores en Francia, es por ello por lo que es necesario buscar mano de obra extranjera, escuchamos con frecuencia.
“Desde el punto de vista de la ciencia económica, la noción de escasez no existiría” nos dice este informe, añadiendo que el “hecho de que ciertos nativos rechacen ciertos tipos de empleos simplemente significa que los trabajadores tienen la oportunidad de ocupar otros mejores, y que, en consecuencia, los salarios deberían aumentar para que estos trabajos se ocuparan” (pág. 45)
En otras palabras, la escasez de mano de obra se forma cuando un sector no ofrece los salarios considerados suficientes para que sean atractivos. Si continuamos con el razonamiento, nos damos cuenta que en lugar de aumentar los salarios, la patronal tiene interés en que se cree escasez, lo cual se acaba traduciendo en la búsqueda externa de mano de obra dispuesta a aceptar salarios más bajos.
Esta es la conclusión a la que llega el informe sin ningún tipo de ambigüedad: “En el caso del mercado de trabajo, si se hubieran subido los salarios de los sectores menos cualificados no habría sido necesaria la inmigración llegada en los años sesenta”.(pág.46)
Por otra parte, el informe del Consejo de Análisis Económico hace una recensión de una serie de estudios franceses y extranjeros que han probado de cifrar el impacto de la inmigración sobre los salarios: “Atlonji y Card (dos economistas) consideran que una subida de la proporción de inmigrantes en un punto del porcentaje reduce los salarios en un 1,2%” (pág. 37).
“Hunt (otro economista) considera que una subida de la proporción de inmigrantes de un punto del porcentaje reduce el salario alrededor de un 0,8%” (pág. 37)
Respecto a los Estados Unidos, “Borjas (un economista) concluye su estudio afirmando que entre 1980 y 2000, la inmigración habría ocupado el 11% de la oferta de trabajo, lo cual habría reducido el salario de los nativos alrededor de un 3,2%, y que esta reducción habría afectado las categorías de experiencia y cualificación, aunque de manera desigual”. (pág.38)
Estos son los elementos que deben esclarecer el debate público sobre la inmigración. Es lamentable que en nuestro país una actitud rígida e irracional convierte cualquier discusión sobre la cuestión en imposible, lo cual tiene la maravillosa ventaja de permitir, tanto a los gobiernos de izquierda como a los de derechas, continuar con la misma política favorable a los deseos de la gran patronal.
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